Yo, napoleon

Letra de Horacio Ferrer
Música de Raúl Garello
Compuesto en 1992

«Media mineral sin gas, por favor – dije al mozo – Y présteme la
sexta de La Razón». Con fondo de voces económicas, los titulares
de pánico me miraron con su ojos de acrílico, prometiéndome
otra noche de plástico. Poco después supe que en la vida,
siempre, lo mejor es lo que sucede.

Con mi bostezo fulano y vulgar
gil que se encurda con agua en un bar,
por Canal Cero de mi ventanal,
toda chiflada del alma,
del mate y del cuerpo te ví.

«Que es esto?» – murmuré.

Flor de bochinche sin nombre ni edad,
iba en tu gracia Carlitos Chaplín,
con la ternura de Niní Marshall,
de un manicomio de hadas
llegaste y dijiste: » Que tal?»

«Je, je, je.»

Toda la calle quedó detenida,
yo atravesé mi ventana atorranta,
te vi en el techo de un puesto de plantas,
de cascabeles y flores vestida.

«Qué mina divina!»

Y te paraste con tu encendedor,
como la estatua de la libertad,
hubo en la esquina dos lunas, y vos
me revoleaste de a una
las cartas de amor del buzón.

Y me cantabas bajito:

«Tonto adorable, qué mufa ni estrés,
con la corbata te ato los pies,
nada es inútil viviendo, por vos
tengo esta dulce garufa
de mimos en mi corazón».

«Querida mía:

Dentro de tu suelta de caricias
supe lo más lindo de la vida.
Era yo un cualquiera, un pobre diablo,
y eras mi mujer, se dio el milagro!

Se dio el milagro! Ah, el amor,
todavía era capaz de enamorar,
todavía era capaz de enamorarme,
esta vez me tocó a mí,
se dio el milagro, ah, el amor, el amor!»

Y me despertó el mozo: «Vea – me espetó – eso de darle besos a un puesto
de plantas y a un buzón y, ahora, a la vidriera del bar, pudiera pasar. Pero
llevar puesta esa blusa de margaritas y cascabeles, que ningún hombre usa,
y levantar como ramo de laureles un puñado de íntimas prendas femininas,
es sospechoso. Más, con esa cara de gozo y de alegría. Y más, a mediodía!»

Ya con el diario me hice un sombrero,
yo, Napoleón Bonaparte porteño
y en el café para siempre te espero,
tras mi ventana cautiva de un sueño.