Letra de Julio Cortazar
Música de Edgardo Cantón
De pibes la llamamos «la vedera»
y a ella le gustó que la quisiéramos.
En su torno sufrido dibujamos
tantas rayuelas.
Después, ya mis compadres, taconeando
dimos vuelta manzana con la barra
silbando fuerte para que la rubia
del almacén saliera con sus lindas trenzas
a la ventana.
A mi me tocó un día irme muy lejos
pero no me olvidé de las vederas
pero no me olvidé de las vederas.
Aquí o allá las siento en los tamangos
como la fiel caricia de mi tierra.
¡Cuanto andaré por aí hasta que pueda
volver a verlas?