Milonga de los carreros

Hacia 1880 Buenos Aires era una gran aldea que presumia de ciudad
cosmopolita, de Paris sud americana, de Nueva York latina. Las
orillas habitadas por gente pobre y frecuentadas por maleantes,
estaban en lugares que hoy se considera puro centro. Carros y chatas
llegan del interior y se detienen en las plazas y alrededores. Carros
y cuarteadores acampan en las vecindades de lugares divertidos; entre
llegada y partida hay dias de reposo que llenan con mate, baile y
chinas. Burdeles y pulperias son frecuentadas por ellos y por gente
de averia: hombres dispuestos a todo, matones, guardaespaldas,
corredores de «cuadreras», Marínos, soldados, guitarreros, chinas
cuarteleras y de las otras, toda la morenada y to la gringada. En la
plaza de Miserere se detenian las farnosas carretas de Langalay. Los
carreteros vestian pantalón corto y calzaban alpargatas bordadas que
adornaban con grandes moños colorados. Ellos solian cantar una
esplendida compadrada que compusieron, o que alguien compuso en
su lugar. La cantaban con ritmo de milonga y decia asi:

(Del libro EL TANGO A TRAVES DEL TIEMPO por Jorge SARELI)

Soy carrero de la Aduana,
de la tropa e Langalay;
tengo una chata de cola
que solo le falta hablar.

En el corso de las flores
no la dejaron dentrar,
porque de fijo mi chata
el premio se iba a sacar.