El puñal

Letra de Jorge Luis Borges

No es un tango, pero es parte de su historia

En un cajón hay un puñal.
Fue forjado en Toledo, a fines del siglo pasado; Luis Melián Lafinur
se lo dio a mi padre, que lo trajo del Uruguay; Evaristo Carriego lo tuvo
alguna vez en la mano.
Quienes lo ven tienen que jugar un rato con él; se advierte que
hace mucho que lo buscaban; la mano se apresura a apretar la
empuñadura que la espera; la hoja obediente y poderosa juega con
precisión en la vaina.
Otra cosa quiere el puñal.
Es más que una estructura hecha de metales; los hombres lo
pensaron y lo formaron para un fin muy preciso; es, de algún modo
eterno, el puñal que anoche mató un hombre en Tacuarembó y los
puñales que mataron a César. Quiere matar, quiere derramar
brusca sangre.
En un cajón del escritorio, entre borradores y cartas,
interminablemente sueña el puñal con su sencillo sueño de
tigre, y la mano se anima cuando lo rige porque el metal se anima, el metal
que presiente en cada contacto al homicida para quien lo crearon los
hombres.
A veces me da lástima. Tanta dureza, tanta fe, tan apacible o
inocente soberbia, y los años pasan, inútiles.