El «fueye» de arolas (tango)

H.Marcó

Silencio, muchachos, de pie la milonga
ya ancló entre nosotros rendido en la paz,
el bardo querido, el mágico Arolas,
que ha vuelto a su patria para no irse más.
Parece que el tiempo volviera sus pasos,
que Rocatagliatta, pulsando un violín,
bajara del cielo, y Cobián en el piano
un tango de Eduardo bordara en sus manos,
trayendo en su alma del viejo París.

Y allí estás acurrucado.., ave dormida y cantora,
velando el profundo sueño de aquel que fuera tu dueño,
mi viejo «fueye» de Arolas. Si al mirarte me parece
que el espíritu de Eduardo hace mover tu teclado
y en tu pico nacarado prende el pasado una flor.
Silencio, muchachos.., de pie la milonga…
volvió a los balcones del barrio y su grey,
Arolas, el mago de los bandoneones,
viajero del Marne, bohemio de ley.
No ronda en las noches de Hansen al muelle
con traje a ribete, tacón militar;
mas canta en las notas de todos los «fueyes»
su música en vida, que ríe y que hiere…
su «fueye» un jilguero que no ha de callar.

Y alll estás acurrucado.., ave dormida y cantora,
velando el profundo sueño de aquel que fuera tu dueño
mi viejo «fueye» de Arolas. Si al mirarte me parece
que el espíritu de Eduardo hace mover tu teclado
y este tango del pasado brota en tu caja de amor.

No suenes más, que me llora el corazón de recuerdos,
mi viejo «fueye» de Arolas…