La pobre muchacha del royal

Letra de Armando Tagini
Música de Juan José Guichandut

Tango del quinto concurso del Disco Nacional (Odeon), convocado por la
empresa de Max Glücksmann en 1928 y definido en el Palace Theatre.
Estaba originalmente dedicado «A la Srta. Celina A. Ruíz,
cariñosamente». Azucena Maizani lo graba el 20 de sepriembre de 1928
para discos Odeón, con el acompañamiento del guitarrista Manuel Parada
y el pianista Enrique Delfino. Cuatro dias después lo hace Ignacio
Corsini con las guitarras de Pages, Pesoa y Maciel, repitiendo la toma
el 5 de octubre. Estando en Paris también lo deja Carlos Gardel con
sus guitarristas Ricardo, Barbieri y Aguilar (20 de octubre). El 29
de octubre es grabado por Francisco Lomuto y su orquesta tipica con la
voz de Charlo, para Odeón. La letra se basa en un hecho real. De
pequeño, Armando Tagini asistia con otros chicos del barrio de
Balvanera al patio de una vetusta casona de Agüuero al 300 cuando
Aguero se llamaba Laprida, donde un titiritero ofrecia sus funciones.
Una niña muy pobre, que en el recuerdo de Tagini se llamaba María, era
la más ansiosa por el espectaculo: gritaba, reia, aplaudia, saltaba y
se emocionaba como ninguna. Subida a un banquito de madera, miraba
desde sus seis años a todos los personajes que encendian su
imaginación. Pasó el tiempo; los chicos crecieron, el titiritero no
fue más y el patio quedó vacio. La niña pobre era ya una señorita.
Una tarde se fue para siempre del barrio y fue inutil buscarla. Nunca
regresó. Tagini tenia veinte años cuando volvió a verla era una de
tantas coperas en un cabaret. Con algunas varianres, esta es la
historia que reprodujo Eduardo Romano en La letra del tango (Rosario,
1993; Editorial Fundación Ross).

Tenia aquella casa no se que suave encanto
en la belleza humilde del patio colonial,
cubierto en el verano por el florido manto
que hilaban las glicinas, la parra y el rosal.
Si me parece verte! La pollerita corta,
Sobre un banco empinada las puntas de tus pies,
Los bucles despeinados, y contemplando, absorta,
los titeres que hablaban ingles, ruso y frances.

Arriba, Doña Rosa . . .!
Don Panfilo, ligero. . .!
Y aquel titiritero
de voz aguardentosa
nos daba la función.. .
tus ojos se extasiaban!
Aquellas marionetas
saltaban y bailaban
prendiendo en tu alma inquieta
la calida emoción.

Los años de la infancia risueña ya pasaron
camino del olvido, los titeres también.
Piropos y promesas tu oido acariciaron;
te fuiste de tu casa, no se supo con quien…
Alla entre bastidores, ridiculo y mezquino,
claudica el decorado sencillo de tu hogar
y vos, en el proscenio de un frivolo destino,
sos fragil marioneta que baila sin cesar.